jueves, 21 de enero de 2010


20 de enero de 2010


A veces hacía cuentas cuando era pequeña: '' Madre mía, cuando sea 2010, tendré dieciocho años". La mayoría de edad, la meta que aún no veía. Lo inalcanzable.
Tal vez no suponga nada más que un poco más de depresión (y suma estupidez) por querer parar el invencible paso del tiempo. Es curioso que ahora, cuando estoy al límite de la infancia, estirándo al máximo el momento de los diecisiete, me sienta mucho más joven de lo que en verdad soy.
ADULTO.
La palabra me queda grande en los labios, se me cae. Y todo a pesar de que llevo escuchándola años y años: ¿
Cuántos años tienes? ¡Qué madurez!
Y yo me enorgullecía. Hoy le tengo respeto.
Aunque sea tonto, irracional. Pero no puedo evitar sentirme así en parte.

Son sólo 18 años, y los que me quedan.

Estupidez

Estupidez
Estupidez. STOP.
Las puertas de mi mundo, tan ornamentadas y mágicas, se cierran ante mi. Más allá de ellas, una nube oscura dibuja un adiós.
Me giro y lo veo todo desde allí. Omnipotente.

"Nena, esto es el mundo rea
l"
Avanzo, al principio con tesón, con ganas, sin apresurarme (tengo constancia del final...) y conforme me alejo de la Puerta, oigo un susurro:

-Recuerda que la llave es tuya...
Sonreí.
Porque mis pies se hundían en sangre.

1 comentario:

  1. no me gusta lo de la sangre xD demasiado gore xD
    pero eso, que no te preocupes DIECISIETE 17 :) recordaré el momento en el que borraste el 8 de la mesa
    mañana tendras sorpresa(o eso creo)

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